The boy in blue // Aoba Seragaki's ID

[►]Ciudad de Procedencia: Midorijima (Japón)

[►]Estado Civil: soltero

[►]Gustos: relacionarse con otras personas • dar y recibir regalos • el café • la comida casera • escuchar música en sus auriculares •  los videojuegos , especialmente los antiguos, en formato 8-bits • el color azul • la ropa de la firma Brain Nuts • los animales, sobre todo los perros pequeños

[►]Disgustos: que toquen su cabello • las personas ruidosas o molestas • recibir órdenes • la comida demasiado dulce • la simetría y el orden • hablar sobre su familia

[►]Otras Enfermedades: autolesión ocasional

[►]Virtudes: facilidad para tratar con otras personas • paciencia • disposición a ayudar a otros • buen oído musical

[►]Defectos: facilidad para obsesionarse con algo • escaso control de sí mismo durante los brotes fuertes

[►]Otros: tiene un perro, un Pomerania llamado Ren, al que tuvo que dejar en Japón • a pesar de que no le gusta que se lo toquen, a veces se le ve con el cabello recogido • padece de fuertes migrañas • tiende a pensar en voz alta • sabe tocar el violín

La vida de Aoba cambió cuando cumplió nueve años, cuando sus padres se divorciaron. Dos años después de separarse, su padre, que amasaba una importante fortuna, tuvo un hijo con su segunda esposa. La madre de Aoba temía que su ex-marido nombrara a ese segundo hijo el heredero universal de todo su patrimonio. Por ello, ordenó a un jovencísimo Aoba que fuera perfecto y destacara en todo: en la escuela, en los deportes, en maneras, en todo. De esa manera, su padre se fijaría en él, y lo mantendría como heredero legítimo. Aoba pensó que, si hacía lo que le decía su madre, ella estaría contenta, así que la obedeció en todo. Durante parte de su infancia y su adolescencia, Aoba no hacía otra cosa aparte de estudiar y acudir a todo tipo de actividades extraexcolares, como clases de violín, de inglés, o entrenamientos de natación. Se esforzaba por ser educado y correcto con adultos y niños de su edad, y nunca cometía errores. Obtuvo calificaciones estupendas en la escuela, ganó varias competiciones de natación y dio varios recitales de violín. Todo el mundo alababa a Aoba: decían que era un niño perfecto.

Sin embargo, todo ese esfuerzo acabó mermando la salud física y mental del japonés, llegando incluso a enfermar varias veces por agotamiento.

Cuando cumplió los 19 años, su padre anunció que había cambiado el testamento, y que nombraba a su hermano el heredero de todos sus bienes. Aoba sintió que había fracasado, que todo su esfuerzo y el de su madre habían sido en vano. Al acudir a ella para disculparse, ésta replicó, furiosa: “¡Tu padre te ha rechazado porque no eres lo suficientemente bueno! ¡Eres una decepción y un fracaso!”. Desde ese día, algo en la mente de Aoba hizo clic. Todo lo que parecía perfecto le incomodaba, ya que representaban todo aquello que él fue incapaz de alcanzar, y probablemente nunca lo alcanzaría. Empezó a detestar las cosas simétricas y ordenadas, como los estantes en un supermercado o los libros en una biblioteca. En un principio, esos detalles simplemente le ponían nervioso y de mal humor, pero con el paso de los años, la rabia que sentía se volvió incontrolable, desarrollando la incoherente necesidad de destruir todo aquello que era perfecto. Si él no podia ser perfecto, nada podía serlo. Este problema se agudizó, generándole verdaderas crisis de ansiedad en plena calle, en el trabajo, en casa, en todas partes, y por cuestiones nimias. Más graves, incluso, cuando no tenía manera de acercarse a la fuente de ira. Fue entonces cuando comenzó a desarrollar una actitud violenta hacia otras personas cuando sufría los ataques.

En el momento en que su madre descubrió que se autolesionaba, decidió que el asunto era más serio de lo que pensaba, y que se escapaba de su control. Viajó con su hijo hasta Escocia y lo internó, a pesar de su avanzada edad (23 años) en el Asylum Madness, un psiquiátrico de renombre en el que esperaba que curaran a su hijo.

DRAMAtical Murder // Aoba Seragaki